La familia debe ser una realidad en la que abunda el amor, un amor libre e ilimitado que recibimos y que damos a su vez a los demás.

Centrémonos en particular en la apariencia de fraternidad y reciprocidad que surgen precisamente del amor vivido, y que cada uno de nosotros puede experimentar porque nuestra existencia está estrechamente vinculada a la de los demás.

Viviendo juntos como un ideal de fraternidad en la reciprocidad, puede ser el testimonio vivo de lo que el amor puede darse cuenta cuando lo viven juntos; Un amor fuerte y concreto que llega a dar vida al otro, coloreado por mil expresiones, que quiere el bien de los demás, su felicidad, y que nos hace apreciar las cualidades del otro.

Además, este amor analiza las necesidades de cada uno y hace todo para no dejar a nadie atrás, nos hace responsables y activos en el contexto de la vida social y cultural e incluso en el compromiso político.

Solo al vivir de esta manera hay una comunidad de valores compartidos, por lo que se crean relaciones compartidas duraderas, de profunda comunión, del municipio que responde a las necesidades vitales de todas y, por encima de todos los jóvenes.

Además, una característica que distingue a una comunidad en la que tratamos de vivir el amor mutuo es que nunca se cierra en sí mismo, y siempre está listo para enfrentar los desafíos reales que se presentan dentro del contexto en el que se encuentran operando: una comunidad abierta, con un gran corazón y dispuesto a amar a todos aquellos con quienes entran en contacto.

J.K., serbio, de nacionalidad húngara, padre de tres hijos, finalmente puede permitirse comprar una casa, pero debido a un accidente no tiene los recursos económicos y físicos para renovarla solo. Comparte con una comunidad de su ciudad, incluidos muchos jóvenes, el ideal de un mundo unido y fraternal. Estos jóvenes entienden las dificultades que impiden que J.K renovan la casa y decidan ayudarla concretamente. También involucran a sus amigos cerca de otras personas distantes de la República Checa, que no pueden estar presentes, decide contribuir económicamente al proyecto. Una verdadera raza de solidaridad fraterna que le permite a J.K tener después de unos días de trabajo el techo redido y la renovación completa de la casa.

J.K Moved dice esta experiencia, convencido de que es el signo tangible de lo que puede crear amor fraternal experimentado dentro de una comunidad, no hay más barreras ni distancias que puedan obstaculizar la ayuda mutua. Inmensa gratitud por aquellos que lo han ayudado y, sobre todo, para estos jóvenes que testificaron con sus vidas que es posible crear un mundo unido en la fraternidad.