Dar gracias, alegrarse y experimentar la interioridad son tres actitudes que nos llevan a vivir plenamente nuestra vida cotidiana y que están íntimamente ligadas entre sí.

Hagamos lo que hagamos, siempre podremos sentir gratitud por quienes nos apoyan y por quienes caminan con nosotros. Es una actitud que brota libre y sinceramente del corazón y nos hace conscientes de que no somos autosuficientes.

La Idea de este mes nos anima a vivir en la alegría. Pero ¿qué tipo de alegría anhelamos? Una alegría profunda y serena, aunque somos conscientes de que no podemos obligarnos a estar alegres.

Sia quando la vita ci sorprenda con problemi e preoccupazioni, con sofferenze e angosce, sia quando la situazione sociale appaia arida e inospitale, sperimentiamo tutti che non è facile.

Sin embargo, podemos elegir vivir cada momento con amor, con desapego de nosotros mismos y con atención y cuidado hacia quienes nos rodean, en la familia, en el trabajo, en la sociedad, aceptando el apoyo de los amigos, manteniendo viva en nosotros la confianza que El amor, experimentado concretamente, lo supera todo y nos permite experimentar esa alegría profunda que deseamos.

Finalmente, hay otro valor que no debe pasarse por alto: nuestra interioridad: corresponde a una necesidad indispensable que da energía, color y calidez a cada una de nuestras acciones.

Para que esto suceda necesitamos tener una actitud de contemplación hacia la naturaleza, vivir momentos de silencio, en un descanso de nuestras acciones, tratando de conectar con nuestro interior, con nuestra conciencia, sin distracciones, dando valor a nuestros pensamientos, reflexiones que apoyar nuestro estar “aquí y ahora”.

Es una práctica sencilla que transforma nuestras actividades y toda nuestra vida desde dentro, dándole un nuevo sabor a cada momento y nos permitirá vivir el presente al máximo.

El diálogo entre todos nosotros, de creencias religiosas y no religiosas, cosechará muchos beneficios; nos sentiremos más dispuestos a entregarnos nuestras reflexiones, ideas, proyectos, nuestros sueños y la comunión será cada vez más verdadera y la vida aún más rica en alegría y gratitud.

Gratitud, alegría, interioridad, por tanto. Y con estos sentimientos en el alma, preparémonos para vivir con mayor entusiasmo los valores que las fiestas navideñas nos subrayan, para crear un mundo mejor a nuestro alrededor, para convertirnos en tejedores de paz en nosotros mismos, en casa, en el Lugar de trabajo, en medio de plazas. No hay nada más necesario y urgente hoy.